Ave muda
Baja California Sur, sin fecha
I
el corazón del náufrago lo sabe
lo presiente:
hay una campana bajo el mar
que espera ser tañida por las manos del ahogado
II
este puerto que se incendia
a golpe de guitarra y amapolas
baña con su luz marina
los retratos de mi infancia
en las barcas de nocturnos pescadores
la bahía se desordena
niños de ojos inundados
cantan en silencio
para sus hermanas ebrias
ellas danzan en el muelle
con melancolía de estatuas
ceden su blancura a las gaviotas
y el aroma de sus cuerpos
humedece la madera
es de noche en el verano de mi infancia
alguien canta una canción de cuna
y el ardor de la bahía se desordena
III
isla de pájaros:
caja musical donde la bailarina se desnuda
y tiende el corazón sobre las rocas
lavada por la sal y el viento
ella olvida lo que sabe del silencio
de la sed de su garganta
emigra para siempre un ave muda
Ficha biográfica: Daniela Camacho (Culiacán, Sinaloa, México, 1980) se graduó de ingeniería industrial y de sistemas por el ITESM y de lengua y literaturas hispánicas por la UNAM. Publicó los poemarios En la punta de la lengua (Tintanueva, 2007) y Plegarias para insomnes (Editorial Praxis, 2008); y el libro de palíndromos Aire sería (Editorial Praxis, 2008). Forma parte de la antología bilingüe Tránsito de fuego (Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, 2009) y de La mujer rota (Literaria editores, 2008). Es fundadora y miembro del consejo editorial y de redacción de la revista El Puro Cuento. Sus poemas y ensayos han sido publicados en revistas y periódicos de México, Argentina, República Dominicana, Venezuela, Colombia, Perú y Nueva York; en la actualidad, radica en Tokio, Japón.
domingo, 13 de diciembre de 2009
lunes, 23 de noviembre de 2009
Los tiburones también sonrien
Hoy les mostramos que ante una foto todos ponen su mejor cara. Tal es el caso de este curioso tiburón, que ante la cámara del experimentado buzo Daredevil Amos, mostró su mejor sonrisa. Esto sucedió frente a la costa de la isla de Guadalupe, Baja California.
La sonrisa de este tiburón nos recuerda mucho al tiburón que se encuentra el papá de Nemo en la película Buscando a Nemo.
La sonrisa de este tiburón nos recuerda mucho al tiburón que se encuentra el papá de Nemo en la película Buscando a Nemo.
Sabías que..
El lugar del Mundo más lejos del mar está en el desierto chino de Dzoosotoya Elisen, en Sin KiangEstá a 2.648 kilómetros de la playa más cercana.
Amedeo Modigliani. 2da. Parte
....
La rapidez con que Modigliani pintaba sus obras lo hizo famoso.
-Nunca retoca sus cuadros, pero te desnuda el alma -decían las personas que posaban para él.
Modigliani y Utrillo se emborrachaban y tenían peleas en los cafés y las calles, casi siempre porque el primero defendía su origen judío. Con frecuencia eran arrestados.
Por ese entonces, su salud estaba muy deteriorada y él viajó a Livorno a recuperarse. Allí pintó The Beggar of Livorno, un campesino con los ojos cerrados, probablemente ciego. A su regreso a París, Modigliani dejó Montmartre para trasladarse al bulevar Raspail, en el barrio de Montparnasse.
Sus vecinos eran Soutine y el gran escultor rumano Constantin Brâncusi, uno de los primeros artistas del arte moderno, quien lo animó a trabajar con él.
-¡Voy a consagrarme a la escultura, que siempre ha sido mi sueño! -decidió Modigliani entusiasmado.
Como no tenía dinero, se surtió de las grandes piedras de una estación del Metro de París que estaban construyendo allí.
Según Carlos Abella, autor del libro Murieron tan jóvenes, la escultura de Modigliani muestra figuras alargadas, inspiradas en los ídolos africanos, que el artista definió como "pilares de la ternura".
Para ganarse algunos francos, él recorría los cafés y hacía retratos o los cambiaba por un plato de comida o una copa.
En esas circunstancias, Modigliani conoció a la talentosa poetisa rusa Anna Akhmatova, casada, pero que estaba sola en París. Cuenta el biógrafo Jeffrey Meyers en su libro Modigliani, que el pintor mostró a Anna las viejas calles del Latin Quarter a la luz de la luna. Visitaron el Louvre y él le habló apasionadamente del arte egipcio. Un día ella le arrojó unas rosas rojas por su ventana, que cayeron sobre su cama.
El idilio con Anna fue muy romántico.
En cuanto a su salud, el polvo del taller le hacía mucho daño a sus pulmones.
Modigliani realizó su último viaje a Livorno en 1912. Sus seres queridos lo cuidaron, y él encontró un taller donde esculpir, pero sufrió una gran decepción: sus amigos despreciaron su obra. En un arrebato arrojó sus esculturas al Reale Canal.
De regresó a París estaba muy herido.
En mayo de 1914 se enamoró de Beatrice Hastings, una aristocrática poetisa británica que le llevaba cinco años.
La misma noche que se conocieron hicieron el amor, y desde entonces se convirtieron en amantes inseparables.
En junio de 1914 estalló la Primera Guerra Mundial y Modigliani fue a alistarse en la Legión Extranjera, pero no lo admitieron por sus problemas pulmonares. Por esa misma razón él tuvo que dejar de esculpir y se volcó en la pintura.
Su relación con Beatrice resultó tormentosa. Según Irving, Amy y Sylvia Wallace, y David Wallechinsky, autores del libro The Intimate Sex Lives Of Famous People, ellos bebían, bailaban y se peleaban. Ambos eran muy celosos. Sin embargo, ella lo inspiraba artísticamente, y en la plenitud de aquel amor, él inició su período pictórico más prolífero, utilizándola muchas veces como modelo.
Un día, él tomó un traje de ella, de falla negra, y le dijo:
-Póntelo.
Modigliani comenzó a pintar sobre él unas rosas en forma de espiral, quedándole la última en el escote, que parecía que podía olerla. Era una obra maestra.
-No te muevas hasta que no se seque la pintura -le dijo-. Esta noche iremos a una reunión con nuestros amigos.
Beatrice fue la reina del salón. Un escultor escandinavo la invitó a bailar un tango y ella coqueteó imprudentemente con él.
En los intrincados pasos del baile, el hombre la fue apretando cada vez más, hasta casi besarla. Modigliani golpeó al escandinavo y Beatrice escapó corriendo; no regresó a casa hasta el día siguiente. Entonces Modigliani y ella se enredaron a golpes. Luego él le gritó:
-¡Dame dinero para embriagarme!
Ella replicó:
-Pinta, mi querido muchacho, pinta. Después de todo, tú eres un pintor, ¿no?
Beatrice volvió a Inglaterra y Modigliani nunca volvió a saber de ella.
En junio de 1916, Léopold Zborowski, poeta y marchante polaco, se convirtió en su representante y amigo. Modigliani lo retrató varias veces. También hizo excelentes retratos de Jean Cocteau y de Soutine; y desnudos como Nude with Necklace.
Antes de conocer a Beatrice, Modigliani había tenido un affair con Simone Thiroux, una enfermera y modelo. Ahora habían vuelto a estar juntos. Un mes después, ella le confesó que estaba embarazada.
En julio de 1917, Modigliani conoció a Jeanne Hébuterne, una estudiante de la Academia Colarossi. Jeanne tenía 18 años, era bonita, de rostro ovalado, ojos azules y cabellos castaños. Peinaba trenzas y era muy tímida y callada. Su hermano André Hébuterne era un pintor paisajista. Su padre Achille Casimir Hébuterne y su madre Eudoxie eran muy católicos y de costumbres austeras. Modigliani y Jeanne se enamoraron.
Un mes más tarde, Simone daba a luz a su hijo Gerard Thiroux, y aseguró a Modigliani que era su hijo. El no lo reconoció y ella lo dio en adopción.
El 3 de diciembre, Modigliani presentó su primera exposición individual de desnudos en la galería de Arte de Berthe Weill.
-Para llamar la atención, vamos a poner dos cuadros en la vitrina -le dijo Zborowski a Modigliani.
Fue una pésima decisión, porque en frente quedaba la comisaría y enseguida se presentó un policía prohibiéndola por el carácter "licencioso" de los desnudos.
Jeanne Hébuterne se fue a vivir con Modigliani a su estudio en el octavo piso del No. 18 de la rue de la Grande Chaumiere. Con su acción, ella destruyó moralmente a sus padres. Los Hébuterne rechazaban a Modigliani porque era judío y, además, lo consideraban un pervertido.
Destaca la biógrafa Patricia Chaplin en su libro Into the Darkness Laughing, que Jeanne dejó que Modigliani absorbiera su personalidad, su espíritu y su fuerza para darle una vida pacífica. Entre ellos hubo una relación tormentosa.
Jeanne quedó embarazada y el 29 de noviembre de 1918 dio a luz en Niza a una niña que llamaron Jeanne. Modigliani estaba encantado con su hija y se dirigió al Registro Civil para inscribirla, pero desafortunadamente, nunca lo encontró.
-Te prometo que voy a resolver esta situación y que me voy a casar contigo -le aseguró él a Jeanne.
Dos días después, se quedó dormido en la playa y le robaron su tarjeta de identidad.
Jeanne estaba muy deprimida y no pudo cuidar a su hija. Su madre se llevó a la niña y la internaron en una institución en el campo cerca de París, pero sin darla en adopción.
En Cagnes Sur-Mer, Modigliani visitó y conoció a Renoir.
En abril de 1919, Jeanne estaba embarazada de su segundo hijo.
-Los documentos no han llegado. No nos podemos casar todavía, Jeanne -le dijo Modigliani.
A pesar de su atractivo, ninguno de sus amigos artistas había hecho un retrato de Modigliani. Solo Jeanne había hecho un dibujo suyo y él pintó su Autorretrato.
En el invierno, Modigliani estaba muy enfermo, incapaz de recorrer los cafés para hacer retratos y venderlos. Manuel Ortiz de Zárate le dejaba carbón todas las semanas y algunas latas de sardinas.
El 5 de enero de 1920, Modigliani terminó el Retrato de Paulette Jourdain, el último que realizaría. Para entonces su salud estaba demasiado afectada.
Ortiz de Zárate tuvo que salir de viaje y Zborowski estaba en cama con la influenza. Una semana estuvieron solos Modigliani y Jeanne en la buhardilla donde vivían, en la que entraban el viento y la nieve.
Cuando Ortiz de Zárate regresó, tuvo que forzar la puerta con el conserje porque ellos no respondían. Encontró a Jeanne yaciendo al lado de Modigliani, envueltos en una simple sábana. A su alrededor habían botellas y latas de sardinas vacías.
Modigliani, a punto de morir, había estado comiendo sardinas durante ocho días. El había tenido hemorragias durante dos días. En la intimidad, Jeanne y Modigliani habían hecho un pacto de eterna felicidad.
Ortiz de Zárate lo llevó al hospital de La Caridad, donde llevaban a los desamparados, y llegó inconsciente. En su delirio, sus últimas palabras fueron:
-Italia, querida Italia.
Modigliani murió de meningitis tuberculosa el 24 de enero de 1920.
Cuando telegrafiaron a su hermano Emanuele, este dijo que lo enterraran como un príncipe. Su ataúd fue cubierto de flores y a sus funerales asistieron los artistas más importantes de París. Sus restos descansan en el cementerio Père Lachaise.
Dos días más tarde, Jeanne se suicidó tirándose de la ventana del quinto piso de la casa de sus padres, muriendo con ella el hijo que llevaba en las entrañas.
Las obras de Modigliani enseguida fueron muy codiciadas y hoy están valoradas en millones de dólares. Le sobrevivieron 35 esculturas y 350 pinturas.
Margherita, la hermana de Modigliani que vivía en Livorno, adoptó a su hija huérfana. Ya mayor, Jeanne escribiría la biografía de su padre Modigliani: hombre y mito.
-Nunca retoca sus cuadros, pero te desnuda el alma -decían las personas que posaban para él.
Modigliani y Utrillo se emborrachaban y tenían peleas en los cafés y las calles, casi siempre porque el primero defendía su origen judío. Con frecuencia eran arrestados.
Por ese entonces, su salud estaba muy deteriorada y él viajó a Livorno a recuperarse. Allí pintó The Beggar of Livorno, un campesino con los ojos cerrados, probablemente ciego. A su regreso a París, Modigliani dejó Montmartre para trasladarse al bulevar Raspail, en el barrio de Montparnasse.
Sus vecinos eran Soutine y el gran escultor rumano Constantin Brâncusi, uno de los primeros artistas del arte moderno, quien lo animó a trabajar con él.
-¡Voy a consagrarme a la escultura, que siempre ha sido mi sueño! -decidió Modigliani entusiasmado.
Como no tenía dinero, se surtió de las grandes piedras de una estación del Metro de París que estaban construyendo allí.
Según Carlos Abella, autor del libro Murieron tan jóvenes, la escultura de Modigliani muestra figuras alargadas, inspiradas en los ídolos africanos, que el artista definió como "pilares de la ternura".
Para ganarse algunos francos, él recorría los cafés y hacía retratos o los cambiaba por un plato de comida o una copa.
En esas circunstancias, Modigliani conoció a la talentosa poetisa rusa Anna Akhmatova, casada, pero que estaba sola en París. Cuenta el biógrafo Jeffrey Meyers en su libro Modigliani, que el pintor mostró a Anna las viejas calles del Latin Quarter a la luz de la luna. Visitaron el Louvre y él le habló apasionadamente del arte egipcio. Un día ella le arrojó unas rosas rojas por su ventana, que cayeron sobre su cama.
El idilio con Anna fue muy romántico.
En cuanto a su salud, el polvo del taller le hacía mucho daño a sus pulmones.
Modigliani realizó su último viaje a Livorno en 1912. Sus seres queridos lo cuidaron, y él encontró un taller donde esculpir, pero sufrió una gran decepción: sus amigos despreciaron su obra. En un arrebato arrojó sus esculturas al Reale Canal.
De regresó a París estaba muy herido.
En mayo de 1914 se enamoró de Beatrice Hastings, una aristocrática poetisa británica que le llevaba cinco años.
La misma noche que se conocieron hicieron el amor, y desde entonces se convirtieron en amantes inseparables.
En junio de 1914 estalló la Primera Guerra Mundial y Modigliani fue a alistarse en la Legión Extranjera, pero no lo admitieron por sus problemas pulmonares. Por esa misma razón él tuvo que dejar de esculpir y se volcó en la pintura.
Su relación con Beatrice resultó tormentosa. Según Irving, Amy y Sylvia Wallace, y David Wallechinsky, autores del libro The Intimate Sex Lives Of Famous People, ellos bebían, bailaban y se peleaban. Ambos eran muy celosos. Sin embargo, ella lo inspiraba artísticamente, y en la plenitud de aquel amor, él inició su período pictórico más prolífero, utilizándola muchas veces como modelo.
Un día, él tomó un traje de ella, de falla negra, y le dijo:
-Póntelo.
Modigliani comenzó a pintar sobre él unas rosas en forma de espiral, quedándole la última en el escote, que parecía que podía olerla. Era una obra maestra.
-No te muevas hasta que no se seque la pintura -le dijo-. Esta noche iremos a una reunión con nuestros amigos.
Beatrice fue la reina del salón. Un escultor escandinavo la invitó a bailar un tango y ella coqueteó imprudentemente con él.
En los intrincados pasos del baile, el hombre la fue apretando cada vez más, hasta casi besarla. Modigliani golpeó al escandinavo y Beatrice escapó corriendo; no regresó a casa hasta el día siguiente. Entonces Modigliani y ella se enredaron a golpes. Luego él le gritó:
-¡Dame dinero para embriagarme!
Ella replicó:
-Pinta, mi querido muchacho, pinta. Después de todo, tú eres un pintor, ¿no?
Beatrice volvió a Inglaterra y Modigliani nunca volvió a saber de ella.
En junio de 1916, Léopold Zborowski, poeta y marchante polaco, se convirtió en su representante y amigo. Modigliani lo retrató varias veces. También hizo excelentes retratos de Jean Cocteau y de Soutine; y desnudos como Nude with Necklace.
Antes de conocer a Beatrice, Modigliani había tenido un affair con Simone Thiroux, una enfermera y modelo. Ahora habían vuelto a estar juntos. Un mes después, ella le confesó que estaba embarazada.
En julio de 1917, Modigliani conoció a Jeanne Hébuterne, una estudiante de la Academia Colarossi. Jeanne tenía 18 años, era bonita, de rostro ovalado, ojos azules y cabellos castaños. Peinaba trenzas y era muy tímida y callada. Su hermano André Hébuterne era un pintor paisajista. Su padre Achille Casimir Hébuterne y su madre Eudoxie eran muy católicos y de costumbres austeras. Modigliani y Jeanne se enamoraron.
Un mes más tarde, Simone daba a luz a su hijo Gerard Thiroux, y aseguró a Modigliani que era su hijo. El no lo reconoció y ella lo dio en adopción.
El 3 de diciembre, Modigliani presentó su primera exposición individual de desnudos en la galería de Arte de Berthe Weill.
-Para llamar la atención, vamos a poner dos cuadros en la vitrina -le dijo Zborowski a Modigliani.
Fue una pésima decisión, porque en frente quedaba la comisaría y enseguida se presentó un policía prohibiéndola por el carácter "licencioso" de los desnudos.
Jeanne Hébuterne se fue a vivir con Modigliani a su estudio en el octavo piso del No. 18 de la rue de la Grande Chaumiere. Con su acción, ella destruyó moralmente a sus padres. Los Hébuterne rechazaban a Modigliani porque era judío y, además, lo consideraban un pervertido.
Destaca la biógrafa Patricia Chaplin en su libro Into the Darkness Laughing, que Jeanne dejó que Modigliani absorbiera su personalidad, su espíritu y su fuerza para darle una vida pacífica. Entre ellos hubo una relación tormentosa.
Jeanne quedó embarazada y el 29 de noviembre de 1918 dio a luz en Niza a una niña que llamaron Jeanne. Modigliani estaba encantado con su hija y se dirigió al Registro Civil para inscribirla, pero desafortunadamente, nunca lo encontró.
-Te prometo que voy a resolver esta situación y que me voy a casar contigo -le aseguró él a Jeanne.
Dos días después, se quedó dormido en la playa y le robaron su tarjeta de identidad.
Jeanne estaba muy deprimida y no pudo cuidar a su hija. Su madre se llevó a la niña y la internaron en una institución en el campo cerca de París, pero sin darla en adopción.
En Cagnes Sur-Mer, Modigliani visitó y conoció a Renoir.
En abril de 1919, Jeanne estaba embarazada de su segundo hijo.
-Los documentos no han llegado. No nos podemos casar todavía, Jeanne -le dijo Modigliani.
A pesar de su atractivo, ninguno de sus amigos artistas había hecho un retrato de Modigliani. Solo Jeanne había hecho un dibujo suyo y él pintó su Autorretrato.
En el invierno, Modigliani estaba muy enfermo, incapaz de recorrer los cafés para hacer retratos y venderlos. Manuel Ortiz de Zárate le dejaba carbón todas las semanas y algunas latas de sardinas.
El 5 de enero de 1920, Modigliani terminó el Retrato de Paulette Jourdain, el último que realizaría. Para entonces su salud estaba demasiado afectada.
Ortiz de Zárate tuvo que salir de viaje y Zborowski estaba en cama con la influenza. Una semana estuvieron solos Modigliani y Jeanne en la buhardilla donde vivían, en la que entraban el viento y la nieve.
Cuando Ortiz de Zárate regresó, tuvo que forzar la puerta con el conserje porque ellos no respondían. Encontró a Jeanne yaciendo al lado de Modigliani, envueltos en una simple sábana. A su alrededor habían botellas y latas de sardinas vacías.
Modigliani, a punto de morir, había estado comiendo sardinas durante ocho días. El había tenido hemorragias durante dos días. En la intimidad, Jeanne y Modigliani habían hecho un pacto de eterna felicidad.
Ortiz de Zárate lo llevó al hospital de La Caridad, donde llevaban a los desamparados, y llegó inconsciente. En su delirio, sus últimas palabras fueron:
-Italia, querida Italia.
Modigliani murió de meningitis tuberculosa el 24 de enero de 1920.
Cuando telegrafiaron a su hermano Emanuele, este dijo que lo enterraran como un príncipe. Su ataúd fue cubierto de flores y a sus funerales asistieron los artistas más importantes de París. Sus restos descansan en el cementerio Père Lachaise.
Dos días más tarde, Jeanne se suicidó tirándose de la ventana del quinto piso de la casa de sus padres, muriendo con ella el hijo que llevaba en las entrañas.
Las obras de Modigliani enseguida fueron muy codiciadas y hoy están valoradas en millones de dólares. Le sobrevivieron 35 esculturas y 350 pinturas.
Margherita, la hermana de Modigliani que vivía en Livorno, adoptó a su hija huérfana. Ya mayor, Jeanne escribiría la biografía de su padre Modigliani: hombre y mito.
viernes, 20 de noviembre de 2009
Amedeo Modigliani. 1era. Parte
El pintor italiano llevó la vida típica de artista bohemio, marcado por las drogas, el alcohol, las mujeres, la pobreza y la enfermedad.
Flaminio Modigliani y Eugenia Garsin se casaron a principios de 1872, en Livorno, una ciudad de la costa toscana en Italia. Ambos contrayentes eran judíos sefarditas.
Flaminio había nacido en Roma, tenía 32 años de edad y ejercía como prestamista. Eugenia tenía 17 años, había nacido en Marsella y, además de francés, hablaba inglés e italiano y era una joven muy culta. A finales de 1872, les nació su primer hijo: Emanuele; en 1874, Margherita; y en 1878, Humberto.
El 12 de julio de 1884, Eugenia trajo al mundo a su cuarto hijo: Amedeo. Su marido se había declarado en bancarrota y justo en ese momento se presentaron en su casa los funcionarios de justicia para embargar todos sus bienes. Flaminio corrió de un lado a otro amontonando en la cama todas las joyas y objetos de valor que aún poseían, acogiéndose a una singular ley italiana que establecía que una mujer embarazada o que hubiera dado a luz recientemente, podía conservar la cama y todas las pertenencias que estuvieran sobre la misma.
-Esta pequeña fortuna nos servirá para instalarnos en una casa más modesta -le dijo Flaminio a Eugenia.
Nadie podía imaginar que Amedeo, el pequeño que acababa de nacer, llegaría a convertirse en uno de los pintores más famosos, finos y originales del siglo XX.
Flaminio trabajó en negocios mineros y Eugenia abrió una escuela de lenguas en la nueva casa, a la vez que se dedicaba a la traducción de poemas. En 1886, Isaac Garsin, el padre de Eugenia, llegó de Francia para vivir en casa de su hija.
-Te ayudaré económicamente -le dijo a Flaminio y a Eugenia.
El abuelo fue el mejor amigo de Amedeo "Dedo" en la infancia y la adolescencia. Juntos caminaban por las calles de la ciudad o a lo largo de la costa. Isaac hablaba seis idiomas y era un hombre de una vasta cultura. Orgulloso de su origen judío, introdujo a su nieto en la filosofía y el gusto por la Cábala. "Dedo" aprendió a recitar de memoria fragmentos de la obra de Dante y Petrarca.
Cuando él tenía 10 años de edad, su abuelo murió, lo que le causó un inmenso dolor. En 1895, a los 11 años, "Dedo" pasó de la escuela primaria al liceo. Poco tiempo después padecía de una pleuresía que lo obligó a guardar cama muchas semanas. Como le gustaba dibujar, su madre le compró materiales para que se entretuviese, y según el biógrafo Alfredo Werner en su libro Modigliani, Eugenia tuvo una premonición. "Dedo se comporta como un niño mimado, pero no le falta inteligencia. Tendremos que esperar y ver qué hay dentro de esa crisálida. ¿Quizás un artista?", escribió en su diario.
En 1898 dejó por completo el liceo y su madre lo matriculó en la Academia de Bellas Artes de Livorno, con el pintor Guglielmo Micheli, seguidor del movimiento macchiaioli, que pintaban con manchas. Allí se hizo amigo de Oscar Giglia. Poco tiempo después, Amedeo contraía la fiebre tifoidea y durante un mes estuvo al borde de la muerte. En sus delirios gritaba su deseo de ser artista y revelaba que en sus sueños veía sus obras en el Museo Uffizi, en Florencia.
Aunque "Dedo" se recuperó, su salud quedó debilitada para siempre, y en julio de 1900 enfermó de tuberculosis pulmonar. Los médicos recomendaron:
-Deben buscarle un clima más favorable, para que se recupere.
Su madre lo llevó una larga temporada al sur de Italia, y estuvieron en Nápoles, Capri y Amalfi. En Roma visitaron las galerías de arte y los museos, y él reafirmó sus deseos de profundizar en la práctica artística.
En la primavera de 1902, ya repuesto, "Dedo" se fue a Florencia donde aprobó el examen en la Escuela Libre de Desnudo. El visitaba el Uffizi y recorría los lugares artísticos más históricos de la ciudad, admirando las obras de los grandes maestros.
Al año siguiente se fue a Venecia a estudiar en el Instituto de Bellas Artes y aprendió la técnica pictórica y, especialmente, la del desnudo femenino, que acabó siendo su sello de identidad. Allí entabló amistad con el pintor chileno Manuel Ortiz de Zárate.
En la Bienal de Venecia, Modigliani descubrió a los grandes pintores simbolistas del momento y sus cuadros. El iba a la biblioteca, donde leyó a los grandes poetas franceses como Rimbaud y Baudelaire.
Emancipado de la tutela familiar, en Venecia Modigliani inició su vida de bohemio. Asistía a reuniones ocultistas, comenzó a consumir drogas y salía a divertirse con muchachas protegidas por el barón Croccolo. Un día le escribió a su amigo Oscar Giglia diciéndole:
"Quisiera que mi vida fuera un torrente fértil que recorra la tierra con alegría. Soy rico, estoy lleno de ideas, y sólo necesito trabajar. Un burgués me dijo hoy que mi cerebro estaba siendo desperdiciado. Me hizo mucho bien. Todos deberíamos recibir un recordatorio como ese cada día".
En el Café Florian de la plaza San Marco, Modigliani conoció a los jóvenes estudiantes italianos Soffici y Papinni, quienes, como él, estaban destinados a ser famosos. Ellos le recomendaron:
-¿Por qué no te vas a París? Allá es donde germina la vanguardia del arte.
Modigliani tenía 22 años y llegó a París en 1906. Se instaló en un hotel bastante caro, y recorría los museos y galerías deslumbrado con las obras que veía. En la de Georges Petit quedó fascinado ante la pintura de un cuervo del período azul de Picasso.
A los pocos días vio a Picasso frente a un café y se le acercó, diciéndole:
-Perdón... ¿No es usted monsieur Picasso? Mi nombre es Amedeo Modigliani. Soy de Livorno, Italia.
A Picasso, que tenía 26 años entonces, le sorprendieron los elegantes modales de Modigliani y su fino traje italiano.
-¿Eres pintor? -le preguntó.
-Sí, soy pintor. Lo invito a una copa aquí o en otro café en la rue Royale, cerca del hotel donde me estoy hospedando.
-No, mejor aquí. ¿Por qué se está quedando en un hotel? Es absurdo.
-Es que soy extranjero.
-Yo también lo soy. ¿Por qué no trata de encontrar un estudio en Montmartre, donde viven la mayoría de los pintores?
El le recomendó el falansterio, donde tenía su estudio, y lo invitó a que lo visitara para mostrarle algunas obras.
-Es mi turno de invitarlo a una copa -dijo Picasso-, pero no tengo suficiente dinero conmigo.
-Monsieur Picasso, no se ofenda y déjeme invitarlo a otra copa. No soy rico, pero mi familia no me desatiende. Permítame prestarle un franco o dos...
-¿Por qué no? -replicó Picasso.
Según André Salmon en su libro Modigliani, a memoir, muchos años más tarde Picasso encontró una noche embriagado a Modigliani en Montparnasse y liquidó aquella pequeña suma colocando 100 francos en el bolsillo de la chaqueta del pintor.
Modigliani se mudó a Montmartre, pero a una habitación que alquiló en el borde de Maquis, rodeado de un ambiente burgués como el de Livorno, que incluía un piano.
El se inscribió en la Academia Colarossi y había adoptado el garbo bohemio, pero aun así, se veía muy elegante y aseado. Usaba traje de pana ocre brillante, camisa amarilla, faja y bufanda rojas, y un sombrero negro de ala ancha. Poseía una belleza sobrenatural, y se convirtió en el pintor más deseado de todas las modelos. Estas casi siempre terminaban haciendo el amor con él.
A pesar de la impaciencia que había mostrado por conocer a Picasso, no lo visitó; lo veía en los cafés de Montmartre, donde también conoció a Max Jacob, Van Dongen, Apollinaire, Diego Rivera, Soutine, Marinetti, Utrillo y otros personajes de la vanguardia de París. Las polémicas en que participaba eran muy interesantes y todos podían apreciar que él hablaba el francés sin acento, y que poseía una vasta cultura.
Aclimatado ya al ambiente artístico de Montmartre, y con pocos recursos, Modigliani se mudó al ruinoso edificio del número 13 de la calle Ravignan que Max Jacob había bautizado como Bateau Lavoir (Barco lavadero). Allí tenía Picasso su estudio.
En París había dos bandas en pugna: la de Picasso con el cubismo, un nuevo concepto estético caracterizado por representar los objetos bajo formas geométricas, y la de Matisse: los fauves (fieras), un movimiento pictórico de características expresionistas que usaban colores intensos, principalmente el verde. Pocos artistas quedaron al margen de esas tendencias y fueron: Marinetti con el futurismo, y Utrillo, Soutine, y Modigliani, que buscaban su estilo.
Para vencer la soledad, Modigliani sucumbió ante el alcohol y las drogas.
Según el historiador Herbert Lottman, autor del libro Modigliani: príncipe de Montparnasse, Picasso le reprochaba su actitud, y como el pintor español era como un dios para el italiano, sus regaños le humillaban más que los de otras personas; pero entre ambos nunca existió hostilidad. En 1916, Modigliani le hizo un excelente retrato a Picasso.
Modigliani admiró el estilo modernista de Toulouse-Lautrec. Uno de los pocos cuadros suyos que sobrevivieron esa época, Head of a Young Woman, muestra como al principio usaba gruesas líneas oscuras para definir las figuras.
El primer cuadro que Modigliani vendió fue The Jewess, un retrato de una mujer desconocida que refleja la melancolía del período azul de Picasso, y fue el joven Dr. Paul Alexandre quien se lo compró.
-Ha sido un gran aliciente, ya que soy un pintor desconocido -dijo Modigliani.
En 1909, el Dr. Alexandre le encargó su retrato y Modigliani lo pintó sobre fondo verde, mientras el galeno posaba delante de su cuadro The Jewess. Alexandre le compró varios cuadros más y le consiguió encargos, entre ellos el retrato La amazona, para el cual posó la baronesa Marguerite de Hasse de Villers. Según Paul Alexandre en su libro Unknown Modigliani, a la aristócrata no le gustó la pose arrogante, ni la masculinidad del vestuario, ni mucho menos cuando Modigliani decidió cambiar el color rojo de la chaqueta por amarillo.
-No se parece en nada a mí -comentó la Baronesa y rechazó el cuadro.
Pero La amazona fue una obra maestra. Estaba claro que Modigliani no quería ser el retratista de la Belle Epoque, sino que perseguía su propio estilo. Retratos de una sola figura con cuerpos alargados, cuellos largos y líneas distorsionadas que reflejaban su individualidad. Modigliani pintó El violonchelista, con notable influencia de Paul Cézanne. El amaba el desnudo femenino y realizó varías obras con mujeres sentadas o acostadas sobre su espalda.
Flaminio había nacido en Roma, tenía 32 años de edad y ejercía como prestamista. Eugenia tenía 17 años, había nacido en Marsella y, además de francés, hablaba inglés e italiano y era una joven muy culta. A finales de 1872, les nació su primer hijo: Emanuele; en 1874, Margherita; y en 1878, Humberto.
El 12 de julio de 1884, Eugenia trajo al mundo a su cuarto hijo: Amedeo. Su marido se había declarado en bancarrota y justo en ese momento se presentaron en su casa los funcionarios de justicia para embargar todos sus bienes. Flaminio corrió de un lado a otro amontonando en la cama todas las joyas y objetos de valor que aún poseían, acogiéndose a una singular ley italiana que establecía que una mujer embarazada o que hubiera dado a luz recientemente, podía conservar la cama y todas las pertenencias que estuvieran sobre la misma.
-Esta pequeña fortuna nos servirá para instalarnos en una casa más modesta -le dijo Flaminio a Eugenia.
Nadie podía imaginar que Amedeo, el pequeño que acababa de nacer, llegaría a convertirse en uno de los pintores más famosos, finos y originales del siglo XX.
Flaminio trabajó en negocios mineros y Eugenia abrió una escuela de lenguas en la nueva casa, a la vez que se dedicaba a la traducción de poemas. En 1886, Isaac Garsin, el padre de Eugenia, llegó de Francia para vivir en casa de su hija.
-Te ayudaré económicamente -le dijo a Flaminio y a Eugenia.
El abuelo fue el mejor amigo de Amedeo "Dedo" en la infancia y la adolescencia. Juntos caminaban por las calles de la ciudad o a lo largo de la costa. Isaac hablaba seis idiomas y era un hombre de una vasta cultura. Orgulloso de su origen judío, introdujo a su nieto en la filosofía y el gusto por la Cábala. "Dedo" aprendió a recitar de memoria fragmentos de la obra de Dante y Petrarca.
Cuando él tenía 10 años de edad, su abuelo murió, lo que le causó un inmenso dolor. En 1895, a los 11 años, "Dedo" pasó de la escuela primaria al liceo. Poco tiempo después padecía de una pleuresía que lo obligó a guardar cama muchas semanas. Como le gustaba dibujar, su madre le compró materiales para que se entretuviese, y según el biógrafo Alfredo Werner en su libro Modigliani, Eugenia tuvo una premonición. "Dedo se comporta como un niño mimado, pero no le falta inteligencia. Tendremos que esperar y ver qué hay dentro de esa crisálida. ¿Quizás un artista?", escribió en su diario.
En 1898 dejó por completo el liceo y su madre lo matriculó en la Academia de Bellas Artes de Livorno, con el pintor Guglielmo Micheli, seguidor del movimiento macchiaioli, que pintaban con manchas. Allí se hizo amigo de Oscar Giglia. Poco tiempo después, Amedeo contraía la fiebre tifoidea y durante un mes estuvo al borde de la muerte. En sus delirios gritaba su deseo de ser artista y revelaba que en sus sueños veía sus obras en el Museo Uffizi, en Florencia.
Aunque "Dedo" se recuperó, su salud quedó debilitada para siempre, y en julio de 1900 enfermó de tuberculosis pulmonar. Los médicos recomendaron:
-Deben buscarle un clima más favorable, para que se recupere.
Su madre lo llevó una larga temporada al sur de Italia, y estuvieron en Nápoles, Capri y Amalfi. En Roma visitaron las galerías de arte y los museos, y él reafirmó sus deseos de profundizar en la práctica artística.
En la primavera de 1902, ya repuesto, "Dedo" se fue a Florencia donde aprobó el examen en la Escuela Libre de Desnudo. El visitaba el Uffizi y recorría los lugares artísticos más históricos de la ciudad, admirando las obras de los grandes maestros.
Al año siguiente se fue a Venecia a estudiar en el Instituto de Bellas Artes y aprendió la técnica pictórica y, especialmente, la del desnudo femenino, que acabó siendo su sello de identidad. Allí entabló amistad con el pintor chileno Manuel Ortiz de Zárate.
En la Bienal de Venecia, Modigliani descubrió a los grandes pintores simbolistas del momento y sus cuadros. El iba a la biblioteca, donde leyó a los grandes poetas franceses como Rimbaud y Baudelaire.
Emancipado de la tutela familiar, en Venecia Modigliani inició su vida de bohemio. Asistía a reuniones ocultistas, comenzó a consumir drogas y salía a divertirse con muchachas protegidas por el barón Croccolo. Un día le escribió a su amigo Oscar Giglia diciéndole:
"Quisiera que mi vida fuera un torrente fértil que recorra la tierra con alegría. Soy rico, estoy lleno de ideas, y sólo necesito trabajar. Un burgués me dijo hoy que mi cerebro estaba siendo desperdiciado. Me hizo mucho bien. Todos deberíamos recibir un recordatorio como ese cada día".
En el Café Florian de la plaza San Marco, Modigliani conoció a los jóvenes estudiantes italianos Soffici y Papinni, quienes, como él, estaban destinados a ser famosos. Ellos le recomendaron:
-¿Por qué no te vas a París? Allá es donde germina la vanguardia del arte.
Modigliani tenía 22 años y llegó a París en 1906. Se instaló en un hotel bastante caro, y recorría los museos y galerías deslumbrado con las obras que veía. En la de Georges Petit quedó fascinado ante la pintura de un cuervo del período azul de Picasso.
A los pocos días vio a Picasso frente a un café y se le acercó, diciéndole:
-Perdón... ¿No es usted monsieur Picasso? Mi nombre es Amedeo Modigliani. Soy de Livorno, Italia.
A Picasso, que tenía 26 años entonces, le sorprendieron los elegantes modales de Modigliani y su fino traje italiano.
-¿Eres pintor? -le preguntó.
-Sí, soy pintor. Lo invito a una copa aquí o en otro café en la rue Royale, cerca del hotel donde me estoy hospedando.
-No, mejor aquí. ¿Por qué se está quedando en un hotel? Es absurdo.
-Es que soy extranjero.
-Yo también lo soy. ¿Por qué no trata de encontrar un estudio en Montmartre, donde viven la mayoría de los pintores?
El le recomendó el falansterio, donde tenía su estudio, y lo invitó a que lo visitara para mostrarle algunas obras.
-Es mi turno de invitarlo a una copa -dijo Picasso-, pero no tengo suficiente dinero conmigo.
-Monsieur Picasso, no se ofenda y déjeme invitarlo a otra copa. No soy rico, pero mi familia no me desatiende. Permítame prestarle un franco o dos...
-¿Por qué no? -replicó Picasso.
Según André Salmon en su libro Modigliani, a memoir, muchos años más tarde Picasso encontró una noche embriagado a Modigliani en Montparnasse y liquidó aquella pequeña suma colocando 100 francos en el bolsillo de la chaqueta del pintor.
Modigliani se mudó a Montmartre, pero a una habitación que alquiló en el borde de Maquis, rodeado de un ambiente burgués como el de Livorno, que incluía un piano.
El se inscribió en la Academia Colarossi y había adoptado el garbo bohemio, pero aun así, se veía muy elegante y aseado. Usaba traje de pana ocre brillante, camisa amarilla, faja y bufanda rojas, y un sombrero negro de ala ancha. Poseía una belleza sobrenatural, y se convirtió en el pintor más deseado de todas las modelos. Estas casi siempre terminaban haciendo el amor con él.
A pesar de la impaciencia que había mostrado por conocer a Picasso, no lo visitó; lo veía en los cafés de Montmartre, donde también conoció a Max Jacob, Van Dongen, Apollinaire, Diego Rivera, Soutine, Marinetti, Utrillo y otros personajes de la vanguardia de París. Las polémicas en que participaba eran muy interesantes y todos podían apreciar que él hablaba el francés sin acento, y que poseía una vasta cultura.
Aclimatado ya al ambiente artístico de Montmartre, y con pocos recursos, Modigliani se mudó al ruinoso edificio del número 13 de la calle Ravignan que Max Jacob había bautizado como Bateau Lavoir (Barco lavadero). Allí tenía Picasso su estudio.
En París había dos bandas en pugna: la de Picasso con el cubismo, un nuevo concepto estético caracterizado por representar los objetos bajo formas geométricas, y la de Matisse: los fauves (fieras), un movimiento pictórico de características expresionistas que usaban colores intensos, principalmente el verde. Pocos artistas quedaron al margen de esas tendencias y fueron: Marinetti con el futurismo, y Utrillo, Soutine, y Modigliani, que buscaban su estilo.
Para vencer la soledad, Modigliani sucumbió ante el alcohol y las drogas.
Según el historiador Herbert Lottman, autor del libro Modigliani: príncipe de Montparnasse, Picasso le reprochaba su actitud, y como el pintor español era como un dios para el italiano, sus regaños le humillaban más que los de otras personas; pero entre ambos nunca existió hostilidad. En 1916, Modigliani le hizo un excelente retrato a Picasso.
Modigliani admiró el estilo modernista de Toulouse-Lautrec. Uno de los pocos cuadros suyos que sobrevivieron esa época, Head of a Young Woman, muestra como al principio usaba gruesas líneas oscuras para definir las figuras.
El primer cuadro que Modigliani vendió fue The Jewess, un retrato de una mujer desconocida que refleja la melancolía del período azul de Picasso, y fue el joven Dr. Paul Alexandre quien se lo compró.
-Ha sido un gran aliciente, ya que soy un pintor desconocido -dijo Modigliani.
En 1909, el Dr. Alexandre le encargó su retrato y Modigliani lo pintó sobre fondo verde, mientras el galeno posaba delante de su cuadro The Jewess. Alexandre le compró varios cuadros más y le consiguió encargos, entre ellos el retrato La amazona, para el cual posó la baronesa Marguerite de Hasse de Villers. Según Paul Alexandre en su libro Unknown Modigliani, a la aristócrata no le gustó la pose arrogante, ni la masculinidad del vestuario, ni mucho menos cuando Modigliani decidió cambiar el color rojo de la chaqueta por amarillo.
-No se parece en nada a mí -comentó la Baronesa y rechazó el cuadro.
Pero La amazona fue una obra maestra. Estaba claro que Modigliani no quería ser el retratista de la Belle Epoque, sino que perseguía su propio estilo. Retratos de una sola figura con cuerpos alargados, cuellos largos y líneas distorsionadas que reflejaban su individualidad. Modigliani pintó El violonchelista, con notable influencia de Paul Cézanne. El amaba el desnudo femenino y realizó varías obras con mujeres sentadas o acostadas sobre su espalda.
Fuente:Eunice Castro Orchillés
¿Regresa Friends? Jennifer Aniston está interesada en que la popular serie Friends llegue a la pantalla grande
Management, el film que Jennifer Aniston hizo con Steve Zahn, no ha tenido el éxito que se esperaba. Quizás por eso, la actriz ha pedido a los productores que le den luz verde a la versión cinematográfica de la serie de televisión Friends, que durante 10 años estelarizó al lado de Courteney Cox, Matt LeBlanc, David Schwimmer, Matthew Perry y Lisa Kudrow. Quizás, al ver el éxito de la versión fílmica de Sex and the City, los actores esperan que la pantalla grande los ayude a revitalizar sus carreras.
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